Relaciones sexuales, orgasmos, mujeres… ¿te has preguntado alguna vez por qué hay tanto rebomborio con este tema?, ¿te has planteado por qué muchas mujeres sienten malestar cuando de trata de sexualidad y, de orgasmos en específico?
¿Quieres conocer más sobre este tema? Sigue leyendo.
Para entender bien el tema que hoy nos concierne, primer necesito aclararte el término brecha orgásmica. Bien, esto viene siendo la diferencia entre el número de orgasmos de media que tienen los hombres (cis) y las mujeres (también cis) en las relaciones eróticas heterosexuales.
Sí, has leído bien. Estamos hablando de números y de estadísticas.
Veámoslo con los números recogidos de varios estudios científicos:
Pues como ves, las mujeres de media tenemos muchos menos orgasmos que los hombres.
¿No te resulta curioso? A mí no, honestamente, teniendo en cuenta nuestro modelo normativo de sexualidad.
Por cierto, un dato curioso: cuando se analizan los porcentajes en relaciones eróticas entre mujeres, el porcentaje de tener orgasmos habitualmente sube al 86% y el de mujeres que no tienen orgasmos nunca, baja al 6%. Creo que estos números también nos explican cosicas.
Y, no sé tú, pero yo, antes de saber todo esto, me sentía como un bicho raro y pensaba que había algo malo en mí cuando no conseguía llegar al orgasmo con mi pareja.
A veces, por ese motivo, fingía tenerlo. Y, obviamente, eso me producía bastante malestar emocional. Igual que a muchas otras mujeres, que cómo yo, hemos sido esclavas de la conceptualización errónea del orgasmo y de las relaciones sexuales.
Amore, tú no tienes ningún problema, ves los números, ¿no?. El problema lo tiene el machismo y el sistema patriarcal.
¿Qué causa esta Brecha Orgásmica?
Espero que estés entendiendo cómo esta brecha provoca nuestro malestar en este asunto y hace que no podamos vivir y experimentar nuestros orgasmos como nos merecemos.
Voy a explicarte las causas de la brecha orgásmica y así ves dónde se está fallando y, por ende, donde podemos mejorar:
- Modelo de sexualidad coitocéntrico: significa la idea de que para experimentar una relación sexual completa o satisfactoria sí o sí tiene que haber penetración. Relegando a un segundo plano los mal llamados “preliminares” (odio esta palabra, no debería existir).
Dando la falsa creencia que las relaciones sexuales basadas en prácticas no penetrativas no son completas o son insatisfactorias.
Además, este modelo ha establecido el guión de como se supone que debe ser el acto sexual:
—> Besos —> Caricias —> Masturbación —> Estimulación oral —> Penetración Vaginal —> Eyaculación (hombre).
Y el disfrute del sexo pasa a basarse en la consecución o no de este guión. Que, casualmente, parece que está diseñado por y para el disfrute de ellos, ¿no crees?.
Veamos las trampas que hay asociadas a este modelo:
- Para empezar, se entiende que “los primeros pasos” del guión son un medio para conseguir un fin. Es decir, llegar a la penetración.
- Por ende, se perpetúa la falsa idea de “los preliminares”. Si no hay penetración no se puede considerar relación sexual. Cuando, tenemos claro que no es así.
- Y para rizar el rizo, muchas veces, como se entiende que la relación sexual es sólo lo que a coito se refiere, y, como vivimos en una sociedad estresada que vamos siempre a mil, directamente se pasa a la penetración, sin antes haber estimulado ni excitado.
Peligro de todo esto, que este modelo está pensado para el disfrute de las personas con pene.
Para ellos, es la mejor manera de poder llegar al orgasmo, ya que es en el glande donde se encuentra la mayor concentración de terminaciones nerviosas. Pero para nosotras, que tenemos esas terminaciones nerviosas en el clítoris, resulta poco adecuada para nuestros orgasmos.
De hecho, recientes estudios demuestran como el 85% de los hombres consiguen llegar al orgasmo a través de la penetración vaginal, pero que solamente entre el 15% y el 20% de las mujeres lo consiguen con esta práctica.
Números que a medida que vamos mejorando en educación sexual y rompemos falsos mitos aún va decreciendo más, estando mucho más cerca de ese 15% que del 20%.
¿Te das cuenta de la importancia de crear nuevas coreografías eróticas donde el clítoris pase a ser nuestro protagonista principal?, ¿Sí?, perfecto. Era lo que quería que vieras.
- Normalización de que las mujeres no tengan orgasmos: todo esto por culpa de mitos como, “es que ellas tardan mucho”, “para ellas es más complicado llegar”, (pues como pá no con ese modelo creado sólo para el disfrute de ellos), “es que a ellas no les importa” (que no es que no nos importe, lo que muchas deciden decir esto por no seguir manteniendo una relación sexual que no les satisface).
Lo que sucede aquí es que con esta idea se mantiene (o se incrementa) la brecha orgásmica. Es el pez que se muerde la cola. Porque claro, viendo los números, en una relación sexual, ellos llegan mucho más veces que nosotras al orgasmo, lo que crea la falsa idea de que es “normal” que ellas no tengan o que sea muy difícil conseguirlo.
Vamos a los números, las mujeres con la masturbación llegan al orgasmo entre el 80% y 90% de las veces, cuando hemos visto que en pareja desciende al 65%. Tal vez el problema no es que el orgasmo femenino sea difícil de conseguir, sino que el modelo sexual establecido no se ha preocupado por buscar la manera de que se consiga fácilmente (¡qué se puede!).
Y bueno, hago una pausa para recordar una cosa bastante importante, ¡que no quiero que este documento se malinterprete!
El objetivo de todo encuentro erótico es el placer, no el orgasmo per se.
Lo que significa que lo que queremos es aprender a conectar con nuestro placer y nuestra excitación para poder tener acceso al orgasmo, si es esto lo que nos apetece.
Por favor, en ningún caso llegar al orgasmo tiene que ser el objetivo. Gracias, sigo.
- Bajo autoconocimiento sexual (y general): el bajo autoconocimiento sexual en las mujeres juega un papel crucial en la perpetuación de la brecha orgásmica porque afecta tanto su comprensión personal del placer como su capacidad para comunicarlo en las relaciones sexuales. Cuando una mujer no ha explorado su propio cuerpo y no conoce bien qué tipo de estimulación le resulta placentera, es más difícil que pueda identificar y expresar sus necesidades sexuales a su pareja. Este desconocimiento no sólo dificulta que alcancemos el orgasmo, sino que también refuerza la dependencia de mitos y expectativas erróneas sobre el sexo, como la creencia común de que la penetración vaginal es el camino principal hacia el orgasmo.
Además, la falta de autoconocimiento limita la comunicación efectiva dentro de la pareja, lo que es esencial para ajustar las prácticas sexuales de manera que satisfagan a ambos.
Sin una comprensión clara de tus propias preferencias, te puedes sentir menos segura para expresar lo que te gusta o corregir a tu pareja cuando algo no te resulta placentero.
Esto perpetúa una dinámica donde el placer masculino se prioriza, mientras que las necesidades de las mujeres quedan en segundo plano.
La educación sexual limitada también contribuye a este problema, ya que, si no se nos enseña, desde una edad temprana, sobre nuestra anatomía y las diversas maneras en que podemos experimentar placer, es menos probable que nos sintamos reticentes a la hora de explorar nuestra sexualidad de manera autónoma.
- Dificultades en la comunicación asertiva: hablamos de asertividad sexual, que es la capacidad de poder expresar sin miedo ni vergüenza tus preferencias, gustos sexuales. También es la capacidad de saber decir que algo no te está gustando o de decir que no a ciertas prácticas sexuales. Saber poner límites en el panorama sexual sin sentirse mal por ello.
Por desgracia, conseguir esta asertividad sexual es complicado. Nos resulta complicado compartir nuestros gustos cuando no nos conocemos lo suficiente, o cuando nos dejamos llevar por la idea errónea de los mitos y pensamos que nuestros gustos y/o preferencias no son las correctas.
O cuando pensamos que hasta que no haya habido orgasmo no se finaliza el encuentro, etc.
- Los “fantasmas” (o como buena fan de Harry Potter que soy, los Dementores que te absorben la excitación): hago referencia a todos aquellos pensamientos negativos que se nos cruzan por la mente que provocan una desconexión con nuestra sexualidad. Consisten en aquellas falsas ideas que tenemos y que suponen una carga mental. Éstos juegan un papel importante dentro del devenir del orgasmo.
Ejemplos: la idea de que las mujeres que expresan libremente su sexualidad y tienen claro aquello que les gusta son unas “putas”, unas “zorras” o unas “perras”. Qué estos conceptos están totalmente polarizados, porque también se han puesto de moda en el otro extremo. Pero que en este caso el orden de los factores no altera el producto. Las mujeres que saben lo que quieren y lo demuestran siguen dando miedo.
Además, se nos sigue castigando y penalizando por tener deseo y expresarlo. Y también por haber tenido muchas experiencias sexuales.
Basta ver como ahora se ha puesto de moda entre los jóvenes machos heterobásicos el concepto de que una buena mujer es sólo aquella exclusiva. Asco me dan estos ejemplares de unga unga.
Veamos datos curiosos en cuanto al autoplacer: alrededor del 80% de hombres de entre 18 a 29 años se masturba semanalmente, frente al 20-30% de mujeres de la misma edad. ¿Por qué será? Porque no se nos permite vivir nuestro placer libremente.
Más Dementores: la presión estética. Qué si hay que depilarse, que si hay que estar delgadas, ser guapas, no nos podemos tirar pedos, etc. Tenemos que cumplir con unos estándares de belleza x para poder ser deseadas sexualmente.
Y ahora viene lo bueno, porque ya no solamente hay muchísimas operaciones estéticas para “embellecernos”, es que ahora está muy de moda las operaciones estéticas de vulva. Sí, has leído bien, operaciones estéticas en la vulva.
Y lo que me preocupa no es que socialmente se hable de ello y se esté poniendo de moda (que obviamente también), lo que me tiene con los pelos de punta y con ganas de quemarlo todo es que los hospitales promueven estas operaciones perpetuando ideas horribles sobre el bienestar sexual de las mujeres. Es que cuando lo vi flipé mucho.
Adjunto capturas pantalla sacadas de la web oficial del Hospital Juaneda (puedes ir a verlo por ti misma y fliparlo conmigo):
Respira profundamente y asienta esto que te he compartido. Por cierto, hay más operaciones, pero no es el tema que nos compite aquí y ahora.
A) El engaño altruista: “finjo para él”, “siento que él espera que lo tenga”, “quiero que se sienta bien con su ejecución”, “no quiero que piense que no me gusta o que no lo hace bien”. Esto no es más que intentar alimentar el autoestima de la pareja.
B) El miedo y la inseguridad: ese miedo, inseguridad o vergüenza que puedo sentir por no llegar al orgasmo y que él piense que soy rara o que hay algo malo en mí. Porque es aquello que se espera que ocurra y si no lo consigo tengo miedo que no se sienta satisfecho.
C) Para aumentar la excitación del momento: finjo o sobreactúo (escenas que he aprendido del porno), porque se supone que chillar, agarrar fuerte, temblar, etc. es muy sexy y esto va a provocar que mi pareja se excite. O dará la impresión de que soy “una diosa del sexo”.
A ver, tengo que decir que sobreactuar un poquito si a ti también te pone eso, es maravilloso. Pero hay que hacerlo porque se quiere y con consciencia de porqué lo hago.
No desde el, “si no lo hago no está bien”.
D) El aplazamiento sexual: este es el que más me remueve por dentro, porque, por desgracia es el más común y es el que provoca más heridas emocionales.
Sería el: “finjo para que se piense que he terminado y así acaba la relación sexual”.
Esto significa que estoy haciendo algo que realmente no me apetece nada y que no soy capaz de decir “basta”. Lo que provoca que estoy cediendo mi cuerpo a la otra persona sin apetencia y mi cerebro puede categorizar ese encuentro como negativo y empezar a aprender que el sexo es algo negativo.
A la vista queda cómo el hecho de fingir el orgasmo no nos lleva a nada positivo. Lo que provoca es seguir aumentando la brecha orgásmica y seguir manteniendo las ideas erróneas que nos llevan a querer fingir el orgasmo. Es el pez que se puede la cola.
Así que toca ponernos a trabajar en el autoconocimiento para poder tener una buena comunicación asertiva y empezar a poner límites. ¡No más fingir! No hay más comentarios señoría, gracias.
PAUSA PARA REFRESCAR LA IDEA PRINCIPAL
- El objetivo principal de los encuentros eróticos es el PLACER. El orgasmo no es imprescindible. La idea es que lo puedas conocer bien para que tengas la posibilidad de disfrutarlo si te apetece. Si ponemos como objetivo el llegar al orgasmo, relegamos todo el placer a ese único momento. Cuando lo maravilloso es conectar con el placer antes, durante y después del encuentro.
- No es necesario tener orgasmos en todos los encuentros eróticos para disfrutar y tener una sexualidad plena. Para darnos cuenta de esto, hagamos un mini ejercicio. Piensa en tu top 3 de encuentros eróticos y descríbelos. Busca aquellos en los que te hayas sentido conectada contigo misma y/o con tu pareja (porque aquí cuentan también los encuentros contigo misma); recuerda sensaciones de placer y felicidad. Puede ser, que después de haber dado una vuelta por tu hemeroteca erótica te des cuenta que en alguno de esos tres encuentros top no tuviste orgasmo, pero aún así, lo disfrutaste muchísimo.
- Contar con la capacidad de tener orgasmos es un factor importante en la construcción de tu sexualidad positiva. No desde la presión o la exigencia de “tengo que tenerlo”, sino desde el autoconocimiento y teniendo los recursos para acceder a ello si te place.
Conclusión
La brecha orgásmica no es simplemente un problema de diferencias biológicas o de variaciones individuales en la respuesta sexual, sino que es, en gran medida, el resultado de una serie de factores sociales, culturales y educativos que han moldeado nuestra manera de entender y vivir la sexualidad.
A lo largo del artículo hemos explorado cómo el modelo sexual coitocéntrico, los mitos en torno al placer femenino, la falta de autoconocimiento, y la dificultad para comunicar nuestras necesidades son las principales barreras que perpetúan esta disparidad en el disfrute del orgasmo entre hombres y mujeres.
Uno de los aspectos fundamentales para cerrar esta brecha es romper con el modelo coitocéntrico que ha dominado la narrativa sexual durante siglos.
Este enfoque centrado en la penetración como eje del acto sexual no sólo ha reducido el placer femenino a un papel secundario, sino que también ha creado expectativas poco realistas sobre qué constituye una relación sexual satisfactoria.
Reconocer que el placer no se limita a la penetración, sino que abarca un espectro mucho más amplio de sensaciones y experiencias, es el primer paso para redefinir el placer sexual de una manera más inclusiva y equitativa.
Además, es esencial desnormalizar la idea de que es «natural» o «normal» que las mujeres tengan menos orgasmos.
Este mito ha contribuido a perpetuar la falsa creencia de que el orgasmo femenino es más difícil de alcanzar o que no es tan importante como el masculino. El hecho de que tantas mujeres fingen orgasmos indica que existe una presión para cumplir con expectativas de rendimiento, lo que a su vez refuerza la brecha orgásmica.
Romper con esta dinámica requiere honestidad en las relaciones, así como la voluntad de las mujeres de priorizar su propio placer sin culpa ni vergüenza.
El autoconocimiento sexual también juega un papel clave en la reducción de la brecha orgásmica.
Muchas mujeres no han explorado plenamente su propio cuerpo ni sus respuestas sexuales, en parte debido a la falta de educación sexual adecuada y los tabúes que rodean la sexualidad femenina.
Promover la autoexploración y la aceptación del propio cuerpo es crucial para que las mujeres descubran qué les produce placer y puedan comunicarlo en sus relaciones sexuales. Una mayor educación sexual, centrada no sólo en la anatomía y la reproducción, sino también en el placer, puede ayudar a las mujeres a sentirse más seguras y satisfechas en su vida sexual.
En este sentido, la comunicación asertiva es otro pilar fundamental para cerrar la brecha orgásmica.
Muchas veces, las mujeres no expresan sus deseos o preferencias sexuales por miedo a ser juzgadas, rechazadas o etiquetadas de manera negativa.
Fomentar una cultura de comunicación abierta y honesta en las relaciones sexuales es esencial para que ambos miembros de la pareja puedan disfrutar de una experiencia sexual plena y satisfactoria.
La asertividad no sólo es clave para expresar lo que nos gusta, sino también para establecer límites claros sobre lo que no nos resulta placentero o cómodo.
Por último, el contexto cultural y social en el que nos desarrollamos sigue jugando un papel fundamental en la perpetuación de la brecha orgásmica. Las mujeres seguimos enfrentándonos a una doble moral en la que nuestra sexualidad está rodeada de estigmas y juicios.
Mientras los hombres son celebrados por su actividad sexual, las mujeres a menudo son vilipendiadas por expresar su deseo y disfrute.
Cambiar esta narrativa implica una transformación profunda en cómo entendemos el sexo y el placer femenino, y es un desafío que requiere un esfuerzo colectivo.
Y aquí estoy yo para empezar a romper muros.
En definitiva, para cerrar la brecha orgásmica, es necesario cuestionar los modelos y expectativas tradicionales sobre la sexualidad, priorizar el placer femenino, y fomentar un entorno de mayor igualdad y comunicación en las relaciones sexuales.
Se trata de promover una sexualidad más justa, libre y empoderada para todas las mujeres.
La brecha orgásmica refleja una desigualdad que va más allá del ámbito sexual, y su reducción será un paso más hacia la equidad en todos los aspectos de la vida de las mujeres.